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CINE Y ESPECTÁCULOS
CARTELERA CULTURAL
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CONSTRUYENDO EL TIEMPO DETENIDO
Película "La casa junto al mar"


J. G.
(Madrid, España)

La casa junto al mar
  Ficha Técnica Video Entrevista a Robert Guédiguian, director    
La mirada silenciosa de un hombre solitario se funde con el horizonte mientras el tiempo se detiene. El fallo cardiaco que reúne a su familia en el escenario bucólico de una cala marsellesa abre los recuerdos de un pasado que aún coletea en el alma de los protagonistas. Gue´diguian escenifica la fragilidad del ser humano gracias a la impronta de un desarrollo lento impregnado de teatralidad familiar. Esta reunión obligada se convierte en la excusa perfecta para hablar del paso, de amores presentes que se tambalean, del envejecimiento y las ganas de vivir, deseos que encuentran la oportunidad para declararse, de suicidios que imitan a los amantes de Teruel. La estabilidad familiar pende de un hilo entre palabras al rescate de la vida. Las viejas heridas no han cicatrizado en el cuerpo de guerreros abatidos y enamorados. El peso del momento desvela una sinceridad amarga que hasta ahora guardaba silencio. Los recuerdos juveniles dialogan entre pensamientos reposados con la franqueza de la madurez que no puede esconder el pasado.
 
Protagonistas de 'La casa junto al mar', dirigida por Robert Guédiguian  
Viaducto situado en la localidad francesa de Calanque de Méjean
El mar es un telón de fondo inseparable para una película donde el paso del tiempo es un personaje influyente sobre el resto de los protagonistas. El viaducto que preside La casa junto al mar se convierte en otra metáfora de la temporalidad que asedia constantemente a la sintaxis cinematográfica de Gue´diguian. La esbeltez arquitectónica de esta construcción es una defensa hercúlea que protege al paisaje del tiempo pero no a sus habitantes. El director marsellés coescribe y dirige una narración concebida para saborearse de manera reflexiva, donde el drama apunta sosegado. El cine de referencias geográficas palpita sin taquicardia dejando que el torrente de sensualidad fluya por aguas cristalinas. Este recuentro de la madurez cansada halla el reposo perseguido en una reunión que comparte frustraciones, amarguras y metas nuevas. El diálogo abre la puerta a frases que recuerdan disputas pasadas: despierta fantasmas trasparentes.
La infancia y la juventud de una madurez insatisfecha comen y beben sin plantearse el mañana al tiempo que se enaltece la importancia de la figura paterna como visionaria, como defensor de un pueblo convertido en refugio del recuerdo con aspecto de cala turística, conocida por una minoría selecta. Vivir en este paraíso implica detener el tiempo. El intimismo de los sentimientos familiares se enfrenta a la realidad que exige soluciones cuando los protagonistas descansan sin interesarse por el paso del tiempo. Robert Guédiguian se esmera por crear discurso y entablar debate entre el pasado y el presente, por mantener la esencia del olor a pescado fresco incluso en los sentimientos.
Angèle Barberini (Ariane Ascaride) junto a su hermano Joseph (Jean-Pierre Darroussin)  
Angèle Barberini y una de las niñas refugiadas que llegan a la costa de Marsella

Las imágenes de esta casa junto al mar, en las que el dolor tiene más protagonismo del que parece, trascurren delicadas, románticas y amargas. La música de Bob Dylan (I Want You) devuelve la sonrisa a una mocedad en la que lozanía e inocencia se encuentran conectadas por un contrapunto sonoro, sentimental y veraniego. Esta película es reconciliación, perdón, la irracionalidad del amor que se deja llevar junto a un nuevo comienzo. La fraternidad despertada encuentra eco en la aparición de tres voces mudas que han huido de su tierra en patera. Gue´diguian hace pensar sobre la locura migrante que el mundo civilizado ha contribuido a crear para luego rechazarlo, convirtiéndolo en ilegal, sin descartar su simbolismo. La mirada de tres niños desplazados forzosos se pregunta cuándo parará esto: ellos no quieren ser despojo de acogida por parte de quienes les estamos expulsando de su tierra. Prefiero justicia a caridad.

J. G.


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