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CINE Y ESPECTÁCULOS
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VUELVEN A CASA POR NAVIDAD
La repetitiva programación navideña un año más


J. G.
(Madrid, España)

La televisión es tan repetitiva por Navidad... año tras año
   
Como los turrones, los mazapanes y los encuentros familiares, el cine televisado se convierte en una lista repetitiva de títulos entrañables entre lo ñoño y lo emotivo, tapizada de ritual familiar. Este mundo mágico se ha erigido en válvula cardiaca que deja obsoletas a las 625 líneas con las que muchos hemos crecido.
La epopeya de recordatorio navideño arranca como un avance al ágape de Nochebuena cuando las chucherías calóricas encienden motores. Quienes hayan decidido concentrarse en el sentimiento noctívago del hogar con sabor a muérdago, encontrarán en Rey de reyes un entrante anticipado a la misa del Gallo. La escenografía, barroca hasta en la duración (168 minutos), dibuja con exactitud la épica de Nicholas Ray. Echo de menos el desparpajo de los Monty Python en La vida de Brian aunque Terry Gilliam participe del guion.
Nicolas Cage es otro imprescindible de estas fiestas. Su cara de buenazo repetitivo sobrepasa el egocentrismo que Wall Street alimenta al reconvertirse en humilde vendedor de neumáticos de Nueva Jersey. Es un auténtico Family Man a las órdenes de Brett Ratner. El incómodo puente que une la tarde-noche es asfaltado por un especialista en pavimentar el aburrimiento. La estrella canina de Hollywood que protagoniza Beethoven, aventura de Navidad combina enredos y buenas intenciones ente elfos y trineos.
 
Para quienes hayan decidido entregarse a la opulencia culinaria casera, la animación no podía faltar gracias a Ice Age 4. Su presencia acuosa, programada con nocturnidad hogareña para todos los públicos, hace piña junto al matrimonio entre Disney y Pixar de otra patente: Cars. La humedad del champán es sustituida por la presencia acuosa de la lágrima sentimental. Paco Martínez Soria ha sido desbancado de la parrilla televisiva navideña. Buñuel, Berlanga, la gran familia comandada por Alberto Closas, Robert Zemeckis, el Polar Express de Tom Hanks, los Gremlins de Joe Dante, Michael J. Fox y su Regreso al Futuro, también.
La sopa de bacalao rompe a hervir y el besugo yace petrificado en su trono gastronómico. Ya es Navidad. La comedia se adueña de la pantalla convertida en pesebre del rumiante teleadicto. La digestión se apodera de la sobremesa mientras el trasvase gástrico se cubre de sedimento. Dwayne 'The Rock' Johnson empalaga como fortachón hormonado ejercitando su músculo humano desentrenado en Game plan: Papá por sorpresa. El fenómeno franquiciado se repite con el insustituible Macaulay Culkin y Sólo en casa 2: perdido en Nueva York. Tras el retoño con cara santa y espíritu travieso, las andanzas por la Gran Manzana de postal nívea llena de tópicos festivos no descansan. Los batacazos, entre eficacia repetitiva, se suceden aburridos. La juventud del actor neoyorquino, ya rebasada, focaliza las invenciones de un guion desgastado para las generaciones que hizo reír.

Lo clásico triunfa en estas fechas de reblandecimiento sentimental con Frank Capra a la cabeza; Qué bello es vivir no puede faltar en torno al resplandor de la pantalla plana. La ausencia de nieve invernal ha fosilizado la imaginación de los programadores televisivos en la tradición más cutre que siempre vuelve a casa por Navidad.

J. G.


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