El desposorio es la escusa perfecta para hacer familiar un guion desangelado. En
Planes de boda, Jennifer Lopez pasa de organizar estos actos a convertirse en la protagonista. Ella puso de moda el anglicismo
wedding planner en el vocabulario cervantino con sonoridad de pijerío ceremonioso.
Dani de la Orden se apunta a la moda del bodorrio involucrando a organizadora y novio a través del encuentro fácil con venganza posterior. Pretende entretener a través del enredo confortable para el espectador y una continuación de embrollos soporíferos. En estas celebraciones, hay dos clases de amigos: quienes no pierden cacho y los tímidos envueltos en su abrigo de niñez modosa hasta que las chispas estallan. La ceremonia oficial da paso a lo informal y echar una cana al aire no es sentirse viejo. El desaguisado cómico a lo
Jerry Lewis favorece los encuentros fortuitos, luego viene el revolcón, una tarjeta de visita entregada a destiempo, su descubrimiento... lo demás, se escribe solo. La música pone ambiente a encuentros cínicos. La música de Carolina Durante y
Nena desempolva la cosmética del esplendor prenupcial.